Translated by Alicia Martorell
Tancredo lanzaba toneladas de maleficios, acompañado por sus acólitos, desde unos sacos llenos hasta los bordes de polvo de codicia para los envidiosos y de pólvora de cañón para los peleadores. Arrojaba toneladas y toneladas. Nubes de polvo para los incrédulos y polvos de notepillo para los que meten las manos en los bolsillos. Tancredo capitaneaba su grupo de aprendices irreverentes y obedientes. Sembró tantas maldades que hasta sus antiguos socios lo abandonaron. Ahora solo, caminó y caminó, dándole vueltas a la cabeza, hasta que un día llegó al pueblo de Vamosdepaso.Al entrar en el pueblo,
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